Saturday, June 09, 2007

El océano de los sonidos: Robin Guthrie en el Julieta

Extraño, de hecho. Un individuo inmóvil sobre el escenario, casi no hacía nada pero se las había ingeniado para sahumar todo el espacio con sus delays y mantener al público desconectados del mundo por poco menos de una hora. No sé como lo hacía, quizá por que se llamaba Robin Guthrie.
Las cerca de 300 personas que abarrotaron el Teatro Julieta tenían algo en común: consideraban el Heaven or las vegas como uno de sus discos favoritos. Todos estábamos obsesionados con ver y escuchar al ex integrante y cabeza de los Cocteau Twins. Quien iba a olvidar esas épocas, los Cocteau consiguieron ser una banda de culto y la remota posibilidad de tenerlos cerca (a cualquiera de sus integrantes) provocaba una emoción especial. No tenía mayor idea de como podría ser un show de Guthrie en solitario. Sabía de lo singular de los conciertos de Cocteau Twins, de la inmovilidad de sus interpretes, de su apatía. La búsqueda de estos escoceses siempre estuvo en otro lado, el secreto estaba en el brillo extraño de sus canciones y en la voz de sirena alucinada de Liz Fraser. Hay que ver la cantidad de émulos que vinieron después para comprobar el efecto epifánico que podían generar, al punto que a los Cocteau Twins se les responsabilizó de la creación de un nuevo género musical, una confluencia que iba de las guitarras etéreas de Durutti Column, la música ambiental de Brian Eno y por supuesto folk y música tradicional de Escocia, un sonido llevado al límite en su notable Victorialand, lo demás era sólo dream pop. Los Cocteau Twins siempre fueron más que una etiqueta musical.
Guthrie no traía repertorio de Cocteau Twins, pues aquello era parte de su pasado, sino más bien venía a presentar sus recientes exploraciones musicales, plasmadas en discos como Imperial (2003) y Continental (2006), discos bastante experimentales, aunque siempre con ese sonido que lo ha caracterizado, esa guitarra luminosa, entre ácida y dulce que fue el inicio del dream pop. Guthrie prefiere las atmósferas que las canciones, los climas, la posibilidad de hacer ambient con la guitarra. No extraña sus colaboraciones con el músico Harold Budd (quien también ha trabajado con Brian Eno). El sonido líquido, expansivo y lleno de delays: Guthrie va creando loops con su guitarra, sumando capas y capas de sonido y sutiles melodías que van creando un universo sonoro enrarecido, melancólico, neblinoso. El concierto estuvo acompañado por un video llamado Lumiere, realizado por el mismo Guthrie, consiste en una serie de collages de imágenes, entre etéreas y surrealistas que convierten a la experiencia en un verdadero viaje interior. No me ha sorprendido leer en una entrevista que Guthrie apela mucho a la improvisación para sus conciertos. Eno decía que la improvisación hacía de un espacio un lugar sin límites. Y de eso se trató el concierto del miércoles, un individuo haciendo del escenario un océano de sonidos, su propio océano de sonidos.