Tengo muchos dolores de estómago. Voy a dejar de comer ese veneno.
Thursday, July 28, 2005
Wednesday, July 27, 2005
Saturday, July 23, 2005
Thursday, July 21, 2005
Tuesday, July 12, 2005
De pelos largos
Hay una vieja muletilla entre los adultos limeños, aquella de llamar a los pelucones metaleros. La palabra forma ya parte del vocabulario de cualquier padre de familia, sea como te vistas, si tienes el cabello largo y un jean algo envejecido te conviertes en un metalero. Así me llamaban mis tías cuando usaba el cabello largo, así también mi abuelita y hasta mis padres. Así sean otras las corrientes musicales las que te seduzcan para los padres sólo eres un metalero.
Y es que en el Perú el metal tiene un gran arraigo y una gran legión de seguidores, no sé si más que Chile o Ecuador, pero sin duda se trata de una legión de peso, con algunas bandas de culto y seguidores en prácticamente cualquier provincia inexplorada del país (creo que no hay una sola ciudad del Perú que no tenga su escena metal, quizá la de Arequipa y la de Huancayo sean las más persistentes, también me han hablado de una escena black en Puno).
En Lima la escena atraviesa por una seria crisis. Tras el regreso de los demoledores Mortem, amos y señores del death metal peruano (y aquí entre nos uno de los grupos más respetados de Sudamérica) se dio un ligero renacimiento metalero en la ciudad, esto es hace unos cinco años atrás, más o menos. Veías en un concierto a Kranium, Epilepsia, Mortem, Psicorragia y hasta a los Masacre y cada concierto resultaba una experiencia inolvidable, aunque estos acabaran a las seis de la mañana, con el suelo regado de metaleros fríos por el exceso de pisco y golpes en los pogos.
Hoy en día eso ya no se da, quizá porque ni Kranium ni Mortem siguen tocando. Personalmente me he desconectado mucho de lo que sucede en los circuitos metaleros, pero noto un gran auge de bandas de heavy metal, incluso se han armado unos tributos a Iron Maiden y al pasar por El Hueco o las mismas galerías Brasil lo que más abundan son discos de bandas tipo Rhapsody.
Pero lo que nadie puede negar es que el metal se ha asentado en Lima, y es quizá el género musical como mayor demanda, y cosa curiosa no existe actualmente una banda de metal que se equipare al nivel de convocatoria de los punks Leuzemia o Inyectores. Prueba de la demanda señalada es la gran cantidad de piratería que circula. En el Hueco por ejemplo, lo que más se vende en materia de rock es metal, hay incluso tiendas dedicadas al género. Y sin embargo no ves que las revistas de rock en Lima le den mucha cobertura (yo diría que es mínima por no decir que inexistente, sólo Rafo Valdizan de El Comercio se ha tomado la molestia de seguir con el evangelio), es algo raro, en realidad. Es más, existe en Lima un bar exclusivo para metaleros (Cryptos bar) ubicado en el acomodado distrito de Miraflores. El metal en Lima vende pero sin duda ha encontrado su propia manera de marketearse, y definitivamente no le va nada mal.
Mi amigo César, (metalero hasta el tuétano, sólo le falta cargar un báculo), dice que el metal ya la hizo, no necesita de los canales habituales de comunicación, tiene los propios.
Siempre que veo a César hablamos sobre discos de metal. Él insiste en que la escena sigue viva “nos estamos recuperando”, me dice y me habla de una serie de grupos nuevos. Por mi parte lo he hecho escuchar algunas bandas que podrían interesarle, por ejemplo Lightning Bolt o Wolf Eyes, pero él se mantiene en sus trece y me dice que no le interesa el noise, sino es estructurado no es música, por lo tanto no es metal, la aleatoriedad es un valor nocivo para los principios establecidos de su universo musical. De hecho, a él tampoco le gusta mucho el grindcore, pues no es la brutalidad sonora, por decirlo de alguna manera, lo que más le estimula, sino más bien el carácter dionisiaco del asunto, y la epica, que no se dan sin la cadencia necesaria, aquella que sólo los maestros del riff y los punteos pueden generar. “No podemos fusionarnos, de lo contrario pereceremos”, me ha dicho siempre que le achaco el carácter conservador de la comunidad metalera y su reticencia o simple desinterés de abrirse a otras posibilidades musicales (aunque cada vez veo conexiones entre los góticos y los metaleros, de hecho chequeando la revista argentina Maelstrom, veo que esa conexión no es niguna novedad). Y siempre responde “es que no es necesario, porque dentro de los valores inherentes al pensamiento metal están los de luchar hasta morir, hasta el final.”
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Un parentesis. Hace unos días vi en vivo a una extraña banda de metal llamada Malagua, tienen 10 años tocando y tienen a uno de los mejores front man que he visto localmente. Son una banda rara ya que lo único metalero en ellos es el sonido (que podría definirse como una suerte de trash, con algún ingrediente hardcore) ni siquiera se visten de negro ni con casacas de cuero sino con ropa común y corriente, casi parecen estudiantes de una academia pre universitaria. Tienen una canción que habla sobre un tipo que debe vomitar para bajar de peso y otra donde todo el tiempo repiten la palabra “poto”. A primera vista podría tratarse de una payasada, una burla a la institución metálica (de hecho no han tenido mucha suerte en sus presentaciones ante público metalero) pero cuando uno los ve hay tanta convicción y fiereza en la forma como interpretan sus temas que uno no sabe si reírse o agitar la cabeza y alzar la mano con el símbolo de los cachos (al final terminé haciendo ambas cosas). Verlos es una experiencia tan contradictoria que eso los hace únicos. Ahora que pensándolo, no sé si considerarlos realmente como una banda de metal, en realidad no lo son, son unos freaks y no sé que cosa están haciendo pero me gusta. Voy a invitar a César a su próximo concierto.
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Mi amigo César es el metalero más culto que conozco, de hecho es una de las pocas personas con las que he podido hablar de metal y terminar en vuelos neuronales tan abstractos que he llegado a creer que el metal puede ser realmente la música más maravillosa del planeta. César ha devorado libros sobre el género y siempre me repite algunas ideas que me ponen en jaque, como por ejemplo una teoría según la cual la poca aceptación que tiene el género entre el ala más culturosa de la crítica de rock (y en cierto modo la más respetada e influyente entre los enteradillos) se debe a que esta tiene un sesgo izquierdoso (hay mucho espíritu sociológico, críticos que fueron chicos universitarios a los que les movió el pecho escuchar punk) y que siempre anda buscando valores contestatarios o de ruptura en la música para validarla como discurso con un nivel de importancia.
Algo de cierto debe haber, porque sin duda al metal no se le ha considerado en la dimensión que debiera, quizá por los mismos metaleros que suelen ser muy cerrados (de hecho grupos renovadores como Melvins o Fantomas captan en realidad otro público), ni se habla de sus cualidades expresivas, ni su influencia en muchos otros estilos y en algunos músicos de vanguardia (llámese John Zorn). Quizá porque al metal en la actualidad le falta romper su burbuja para volver a ser lo que fue. A menos que claro, quieran seguir luchando hasta el final.
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Ya para terminar dejo aquí una escueta lista con algunos de los discos de metal que más me gustan y a los que les he estado dando vueltas esta semana, comprobando que su sonido es mucho más transgresor que el de muchos otros grupos autoetiquetados como experimentales. Aquí no hay gato por liebre. Esto es metal y del bueno.
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SLAYER – REIGN IN BLOOD
Slayer es un culto y este disco es la ceremonia en su punto de clímax. Debe ser uno de los discos con mayores dosis de adrenalina que se han grabado. Imágenes de ángeles y sangre yendo tan rápido como un fórmula uno. Riff tras riff para la historia, Dave Lombardo dándole a la batería hasta reventarse las venas y Tom Araya gritando como si se le vinieran cien orgasmos al instante. Tal vez el mejor disco de Slayer (aunque el Season in the Abbys también tiene lo suyo) y una de las experiencias musicales más aceleradas que he tenido. Se escucha de un tirón. Si frenas te estrellas de cabeza.
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CARCASS – NECROTISCIM-DESCANTING THE INSALUBRIOUS
Instrucciones para abrir un cuerpo al interior de una clínica forense, ¿donde hacer la primera incisión con el bisturí? Eso estaban pensando los Carcass al hacer este disco, que con impávido morbo dicta los pormenores, tendenciosamente sádicos, de operaciones sumado a demás parafernalia médico-quirurjica. La fascinación por el gore es una costumbre en Carcass, aunque la salpicadura le hacía más justicia a sus primeros trabajos más abierta y fundacionalmente grindcore que a este maduro Necroticism, que como el Reign in Blood son discos capitales ya no sólo del universo metal sino del universo del rock en general. En este capítulo Carcass hizo historia, una cadencia exquisita gracias a los hipnóticos, pesados y tratados riff, intros ambientales-clínicopsicotrónicos, atmósfera extrañamente psicodelica, y las típicas voces de ultratumba apareciendo entre la espesa niebla. Todo un manjar.
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VOIVOD – NOTHING FACE
Este es otro grupo raro, tanto que se atreven a hacer un cover del Astronomy Domine de los Pink Floyd de Barret y vaya que lo hacen superbien. Tienen cambios raros, se aceleran (son las mejores partes) y luego se quedan colgados y en notas disonantes. Tienen bastante influencia de la psicodelia y algo de punk en el tratamiento vocal (a veces me parecen un grupo post punk, escuchen sino el tema que da nombre al disco y díganme si es convencional hacer esos cambios). No hay mucha distorsión, hasta cierto punto pueden ser una banda heavy. En realidad me cuesta clasificarlos. Pero son geniales y este disco es una obra maestra, sin duda alguna.
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OPETH – ORCHID
Cuado se habla de metal progresivo se tiende a pensar en grupos tipo los desabridos, “tengo cincuenta dedos” Dream Theater. Pero poco se habla de bandas menos consecivas y realmente renovadoras como Opeth. Ok. La palabra progresivo puede dar desconfianza, pero si abren bien la oreja se pueden dar cuenta que la aceleración constante y los clímax pueden ser genialidades cuando se toma como referencia a algo más que a los egomaníacos Emerson Lake & Palmer. Y Opeth lo hace. Más allá de quedarse en la mera progresión de sonidos y escalas, como Dream Theather, Opeth experimenta con diversos recursos, sea el tratamiento vocal death metal, las ambientaciones que incluyen feedbacks, algo de música barroca, y una instrumentación genial a la hora de reventar que los hace un grupo bastante especial, bastante emotivo (algo difícil de decir de una banda con conexiones death metal y de tematicas tan oscuras). Este Orchid es de sus mejores discos.