Sunday, June 24, 2007

Este jueves 28 concierto en Delfus

Este jueves:

Mundo de Pecval

Efrain Rozas (Radiohuayco) + Renzo Filinich (Metastasis)

Murio Joven

Viajeros



Club Delfus
San Martin 587
Miraflores

10 pm

Ingreso Libre

Saturday, June 09, 2007

Elder Olave: Santo Lunes Benedictus


El myspace se está convirtiendo en la mejor forma de difundir el trabajo de artistas en Internet, desplazando incluso a las típicas páginas web, gracias a su diseño sencillo que incluye la opción de subir mp3, fotos y videos, además de incluir un blog y mantener diálogo abierto a través de su opción de comentarios. Es posible también agruparse en comunidades de interés y/o estilos musicales, llegando así a un público especializado, Pero no hay fronteras de ningún tipo, haciendo click tras click uno puede ir de una banda pop de Nueva Zelanda hasta un ruidista de Perú.
No ha sido precisamente esa la forma como llegué al myspace de Elder Olave, sino a través de un disco suyo, en cuya información interna incluía la dirección web, de manera que ahora puedo presentárselos. Elder es un joven intérprete y compositor cuzqueño, obsesionado con la guitarra y sus posibilidades expresivas, tanto si esta es intervenida (preparada) si se trata de una acústica, como si esta es saturada con efectos si se trata de una eléctrica. Llama la atención su procedencia académica, su conocimiento del instrumento es muy amplio (es intérprete tanto de piezas barrocas como de piezas de vanguardia) y sin embargo, como pocos músicos en nuestro medio, sus búsquedas se instalan en zonas híbridas entre lo puramente experimental y la tradición académica. La guitarra eléctrica es un instrumento que casi no ha visto mayor desarrollo en la música académica realizada en nuestro país. Salvo la legendaria pieza Interpolaciones (1966) de César Bolaños, o el Sands (1965) de Olga Pozzi Escot, como piezas que vale la pena señalar, el empleo de guitarras eléctricas (o sea conectadas a la corriente, voltaje, acople, distorsión, e infinitas posibilidades) no es algo que haya llamado la atención de nuestros compositores (en realidad ignoro que lugar ocupa la guitarra eléctrica en la composición contemporánea, pero creo que no es muy grande, ignoro la cantidad de compositores obsesionados con la guitarra eléctrica, creo que no son muchos, pero hay gente como Glenn Branca, Rhys Chatam o algunos más híbridos como Rafael Toral, evito mencionar a la larga lista de improvisadores porque esa ya es otra historia). Por lo que la aparición de Elder Olave resulta una cosa insólita pero bastante comprensible si tomamos en cuenta que ha sido alumno del genial guitarrista Raúl García Zarate, a quien he tenido la fortuna de ver en vivo varias veces y siempre me he quedado idiota cuando desafina una de las cuerdas y toca un huayno con el efecto áspero de la cuerda suelta. Intuyo que Elder se ha nutrido además de energía rockera y de ahí que su aproximación al instrumento tenga por momentos ese desenfreno propio del noise de guitarras. Pero en fin, en mi modesta opinión su extensa pieza “Santo Lunes Benedictus” es realmente notable y de lo mejor e interesante que ha salido en mucho tiempo del mundo académico contemporáneo peruano. Pueden escucharla en su myspace.

Elogio a la locura: Un instante con Vlubä


Existe en el mundo gente excéntrica, existen discos excéntricos y existen casos como Vlubä, o sea aquellos que han hecho de la chifladera un término insuficiente. Naturales de Argentina pero nacionalizados lunáticos este dúo, trío, cuarteto, en fin, es una de las joyitas que se ocultan en el underground argentino de estos días. Como con sus coterráneos Reynols, Vlubä es uno de esos grupos que experimentan a partir de un flujo irracional, absurdista. Insisto no es suficiente, hay que escuchar y alucinarlos para tener una idea más o menos clara (si eso es posible!!) de qué cosa está pasando con Vlubä. Pero digamos la psicodelia está dentro de sus intereses, también el drone, y la música industrial (aparecen en la compilación “Sufre desesperadamente Sufre”, tributo argentino a Throbbing Gristle, donde también ha sido incluido el peruano Insumisión). Vlubä lleva la psicodelia, como bien me decía un buen amigo, al límite de lo volcánico, perturba no sólo por la voluptuosidad y necedad de su sonido sino por lo arbitrario y dislocado, música absolutamente free, “cosmic free”, como si se tratara de una posesión que no sabes en qué va a desembocar. Están relocos y son de temer. Echen un vistazo a su myspace. Yo les advertí.

Dos discos de cabecera



My Cat is an Alien - Cosmic Light Of The Third Millennium (2006)

No me he cansado de recomendar a MCIAA, una de los proyectos fundamentales de la música experimental italiana de estos días. Apadrinados por Thurston Moore, los MCIAA han sabido crear un mundo propio. Existen aquellos que hacen música a lo Glenn Branca o Sonic Youth y existen los que como MCIAA hacen una cosa absolutamente personal. La intensidad que consiguen, la cantidad de imágenes que saltan a la mente, la gama de texturas, la variedad de recursos (pianitos de juguete)la elasticidad de sus tiempos (masas chirriantes de drone), su sonido ardiente, su extraño nombre, los hace diferenciarse de tanta improvisación puramente formalista y programática tan común en estos días de prolificidad. “Cosmic Light Of The Third Millennium” (2006) es uno de los mejores discos que he escuchado en los últimos meses y quizá uno de los mejores de este dúo original del país de la botita. Una verdadera catapulta cósmica.



Colleen – Les ondes silencieuses (2007)

Simplemente amo a Cecile Colleen. Cuando escucho su último disco pienso en las mil formas de pasar una tarde en alguna playa solitaria, pienso en los murmullos de la noche, en una luna llena iluminando un parque. La música de Colleen es tan discreta como misteriosa, como el aire, un susurro que lleva melodías y caricias al oído, pequeños sueños en el viento, sí, sí, sí, me estoy excediendo con los adjetivos pero es que no hay otra forma de hablar de Colleen, esta joven francesa fanática de My Bloody Valentine y Lou Harrison, iniciada en la música electrónica y ahora fascinada con los instrumentos de cuerda y las composiciones de cámara. Amante de la melodía y conocedora de la tradición académica del siglo XX. De Terry Riley a la música etérea, del minimalismo a los aires folk. De las arpas de Alice Coltraine a This Mortal Coil, todo confluye como una flor, un sonido delicado y envolvente, como de ensueño, estilizado y sutil, mágico. Uno de mis favoritos de lo que va del 2007.

El océano de los sonidos: Robin Guthrie en el Julieta

Extraño, de hecho. Un individuo inmóvil sobre el escenario, casi no hacía nada pero se las había ingeniado para sahumar todo el espacio con sus delays y mantener al público desconectados del mundo por poco menos de una hora. No sé como lo hacía, quizá por que se llamaba Robin Guthrie.
Las cerca de 300 personas que abarrotaron el Teatro Julieta tenían algo en común: consideraban el Heaven or las vegas como uno de sus discos favoritos. Todos estábamos obsesionados con ver y escuchar al ex integrante y cabeza de los Cocteau Twins. Quien iba a olvidar esas épocas, los Cocteau consiguieron ser una banda de culto y la remota posibilidad de tenerlos cerca (a cualquiera de sus integrantes) provocaba una emoción especial. No tenía mayor idea de como podría ser un show de Guthrie en solitario. Sabía de lo singular de los conciertos de Cocteau Twins, de la inmovilidad de sus interpretes, de su apatía. La búsqueda de estos escoceses siempre estuvo en otro lado, el secreto estaba en el brillo extraño de sus canciones y en la voz de sirena alucinada de Liz Fraser. Hay que ver la cantidad de émulos que vinieron después para comprobar el efecto epifánico que podían generar, al punto que a los Cocteau Twins se les responsabilizó de la creación de un nuevo género musical, una confluencia que iba de las guitarras etéreas de Durutti Column, la música ambiental de Brian Eno y por supuesto folk y música tradicional de Escocia, un sonido llevado al límite en su notable Victorialand, lo demás era sólo dream pop. Los Cocteau Twins siempre fueron más que una etiqueta musical.
Guthrie no traía repertorio de Cocteau Twins, pues aquello era parte de su pasado, sino más bien venía a presentar sus recientes exploraciones musicales, plasmadas en discos como Imperial (2003) y Continental (2006), discos bastante experimentales, aunque siempre con ese sonido que lo ha caracterizado, esa guitarra luminosa, entre ácida y dulce que fue el inicio del dream pop. Guthrie prefiere las atmósferas que las canciones, los climas, la posibilidad de hacer ambient con la guitarra. No extraña sus colaboraciones con el músico Harold Budd (quien también ha trabajado con Brian Eno). El sonido líquido, expansivo y lleno de delays: Guthrie va creando loops con su guitarra, sumando capas y capas de sonido y sutiles melodías que van creando un universo sonoro enrarecido, melancólico, neblinoso. El concierto estuvo acompañado por un video llamado Lumiere, realizado por el mismo Guthrie, consiste en una serie de collages de imágenes, entre etéreas y surrealistas que convierten a la experiencia en un verdadero viaje interior. No me ha sorprendido leer en una entrevista que Guthrie apela mucho a la improvisación para sus conciertos. Eno decía que la improvisación hacía de un espacio un lugar sin límites. Y de eso se trató el concierto del miércoles, un individuo haciendo del escenario un océano de sonidos, su propio océano de sonidos.

Monday, June 04, 2007

Pimball y Hobby

La primera vez que vi una máquina de pimball fue a mediados de los 80s. Probablemente tendría yo cuatro o cinco años y había descubierto, en una de las tantas caminatas que hacía con mi padre, que por la avenida Venezuela, en Breña, había una de estas salas, curiosamente cerca de una pollería de unos chinos a donde siempre íbamos, vendían un aguadito muy bueno, y sus rabanitos encurtidos eran lo máximo, el lugar siempre estaba lleno y nunca olvidaré al enorme gato blanco que tenían de mascota, tanto habría comido que la verdad de lo gordo no podía moverse, siempre lo veía recostado.
Pero bueno, de ahí parábamos un rato en la sala de Pimball. Recuerdo muy vagamente el pac man y el juego de carros, este último era el que más me gustaba, aunque a esa edad supongo que no me importaba mucho si llegaba o no a algún lugar mientras jugaba, ya que este juego, como años después comprobé, sólo duraba unos minutos, por más que no te choques nunca, la ficha sólo valía para una carrera.
Cuando regresé a Lima en el 88, luego de dos años de vivir en Arequipa, me había olvidado por completo de los juegos de Pimball. Por aquella época, sin embargo, un amigo de mi papá había iniciado un negocio de construcción de estas máquinas. Había comprado una (creo que en la feria del hogar), la había desarmado y había comprendido como funcionaba la cosa por dentro. Así fue que empezó a fabricar reproducciones de estos aparatos, construía sólo el chasis y se conseguía pantallas de televisor viejas, lo demás lo traía por importación. Así hizo bastante dinero abriendo salas de Pimball por todo Lima, convirtiendo a su pequeño hijo (qué será de él) y a mí, en unos verdaderos adictos a estas diabólicas máquinas. Y es que las visitas a su fábrica de Pimball fueron experiencias que no puedo comparar con nada. Para un niño de 10 años tener una bolsa con cerca de 500 fichas y cerca de 15 máquinas a disposición era una cosa de sobredosis, el asunto se tornaba realmente enfermizo. Pero a la vez estar allí me convertía en un jugador muy raro, diferente a como podría serlo en cualquier sala de pimball, lugares a los que por cierto siempre iba y me quedaba horas luego del colegio (visite salas en Miraflores, en San martín de porres, en el Centro de lima, en Mirones, etc), antes claro de la aparición del super nintendo y de la llegada del top gear y todo eso que ya es otra historia. Y bueno el caso es que a diferencia de las salas habituales de Pimball, en la fábrica podía irme de largo y darme algunos lujos, probaba cosas, formas de pelea, con uno y otro jugador, truquitos, jugaba con dos jugadores a la vez (me turnaba los mandos) y claro perder había dejado de tener sentido, la competencia también, tanto mi compañero y yo estabamos absorbidos y podíamos añadir tantas fichas como quisiéramos y continuar los juegos las veces que quisiéramos, así hasta que llegara la noche y mi papá gritara mi nombre desde el portón de la salida y me liberara de ese mundo de dos dimensiones que habían convertido a mis ojos en dos esferas rojas desorbitadas. Nos íbamos en micro hasta la casa, yo seguía en otro mundo, no hablábamos, pero sabía que él estaba contento.


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Hay lecturas que marcan nuestra infancia. No sólo libros, sino también diarios, cartas, historietas, etc. Recuerdo que en la casa de mi abuelo paterno había un armario repleto de revistas antiguas, mexicanas y argentinas. De las revistas mexicanas recuerdo una serie de historias gráficas llamadas “Vidas Ejemplares” y “Leyendas de América”, estas últimas eran las que más me gustaban pues fueron mis primeros acercamientos literarios a las historias de horror. Conservo nítidamente muchas historias en mi memoria y las noches en las que me pasaba leyéndolas, dejando incluso de lado la televisión y los juegos de lego. Eran inacabables, deben haber habido en ese armario cerca de 500 revistas o más.
Pero el recuerdo que ha venido últimamente a mi mente es el de una revista argentina llamada Hobby donde te enseñaban a reparar y construir cosas para la casa. Me gustaba mucho ver el diseño de los avisos pero honestamente el contenido no era algo que me entretuviese demasiado sino una historieta que venía en la última página. Era la historia de un señor que siempre estaba inventando cosas raras, muy excéntricas, que no se sabía exactamente cual sería su función. De todos sus inventos el más absurdo que recuerdo fue un lapicero que podía escribir y borrar al mismo tiempo. Cuando este inventor terminó de construirlo saltó de la felicidad pues había pasado no sé cuanto tiempo tratando de hacerlo funcionar. Lo primero que hizo fue ir donde su hijo para contarle y decirle que con ese lápiz podía ahorrar mucho tiempo. El hijo con un rostro escéptico, le dijo a su padre –“¿un lápiz que puede escribir y borrar a la vez? Está bien, pero, ¿para qué sirve?” El padre desmoralizado fue hasta su taller nuevamente y arrojó el invento en la papelera de basura en donde podían verse algunos otros objetos, probablemente inventos descartados también. Desde ese momento ese inventor loco se convirtió en mi héroe.