Tuesday, December 14, 2004

Un extraño personaje en el local

Nadie se lo esperaba. Las melodías parecían provenir de algún lugar donde todo estaba destruyéndose. Y tenían que ver a Carlangas paralizado viendo como Juan Diego Capurro de Liquidarlo Celuloide le arrancaba esos melancólicos sonidos a su pequeño teclado. Al terminar, luego de superado el estremecimiento, Carlangas dijo: “el casiotone nunca falla”. Y así acabó la fiesta. Dos de la mañana, un digno epílogo para una noche intensa. La presentación de Internerds Recors fue espectacular. Un lugar pequeño, apenas si entraban unas 60 personas, pero todos enardecidos por alguna u otra razón. Puede resultar anecdótico pero en su precariedad este ha sido el festival independiente más importante del año (y también el más freak) pues además advierte una nueva forma de operar en el circuito underground que ojalá se mantenga: este concierto era como ir al cumpleaños de uno de tus patas, era ir a pasarla bien, si querías hasta te podías subir a tocar y de hecho eso ocurrió.
La diferencia estuvo impuesta desde el comienzo: este concierto se atrevió a empezar puntual. Y a las 10.00 pm Renzo Filinich estaba trepado de la computadora emitiendo su ensordecedor noise digital, bajo su seudónimo artístico de Metástasis, uno de los proyectos electrónicos más fascinantes que ha aparecido en los últimos años, y responsable del que es tal vez el mejor disco de música electrónica-electroacústica peruana de todos los tiempos, Sequenza x (ya le dedicaré un post al trabajo de Renzo). Pero bueno, como no había presupuesto para pagarle al contrabjista, cornetista y demás instrumentistas que Renzo suele usar para interpretar sus piezas, sólo le quedó estar al frente de la pc y vomitar estruendosos bullicios digitales que algunos no pudieron soportar. Luego le siguió Ionaxs, que es el nombre artístico de Jorge Rivas, que tenía un sonido más dance, cruzándose con el ambient y la música etérea. Tiene también un buen disco llamado 0.05 mg. Ionaxs no suele hacer muchas presentaciones así que daba gusto verlo frente a la pc. Luego subieron los Colores en espiral, otro proyecto electrónico y uno de los más interesantes aparecidos durante el 2003. Habían estado en para así que este concierto fue el regreso de estos chicos naturales de La Oroya, una ciudad minera, ubicada en una de las zonas más altas sobre el nivel del mar de nuestro país. Aunque me intrigaba mucho escuchar a Colores no les di más de veinte minutos de mi atención y luego me fui por unas cervezas, al regresar seguían tocando, habían estado como una hora sumergidos en sus teclados y laptos. Sonaban muy bien, siempre con su sonido ambient post shoegazing. Conversé con ellos un rato y me contaron que estaban grabando nuevos temas. Ojalá pronto saquen un nuevo disco. Para cuando terminaron de tocar el grueso del público había llegado y ya estaban dentro del local (el gurú Jorge Villacorta también hizo acto de presencia), y entonces le llegó el turno a los Condor y con ellos se armó el despelote.
Debe ser que tanta electrónica nos empezaba a adormecer así que Condor le metio la nota rockera que necesitaba la noche. Psicodelia densa, krautrockera y pastrula. Pero en realidad quien se llevó el show no fueron ellos sino un extraño personaje que ingresó al lugar para darle al concierto la categoría de histórico. Un tipo de quien nadie sabe nada, un señor de unos 60 años, vestido elegantemente empezó de pronto a bailar al compás de la música de los Condor, tenían que ver al tipo, si me decían que era Elvis me lo creía, aunque este era más bajito. El tipo no dejaba de moverse y su performance era cada vez más intensa, a la vez que la música del grupo (estimulados por la situación) derivó en unos riff acelerados que hicieron sacudir los huesos del extraño señor. La gente estaba en el climax absoluto, y le pedían más y más. Por ahí alguien gritaba “¡buena bohemio!”. El espectáculo era realmente delirante. Nunca en mi vida he visto algo así.
Nos calmamos, sonaba el NY Noise en los parlantes del local mientras se preparaba Corazones en el espacio para tocar. Ni siquiera pude prestarles mucha atención (realmente no lo hice) pero asumo que estuvieron bien (con lo ocurrido resultaba inevitable hablar del tema con todo aquel con quien te cruzabas. Además que cervezas iban y venían).
La música del NY Noise volvió y tenía a un amigo cantando “You Make No Sense” de ESG todo el tiempo, justo con él estabamos tramando lo de la fiesta y era curioso porque una amiga nuestra Eliana (no dejen de visitar su tienda de ropa llamada Pulgas en la cuadra 3 de la Calle Berlín, Miraflores, por donde están los bares), que estaba por allí empezó a dar unos pasitos con la música de ESG y yo le dije: ¿tu bailarías eso?, respondió afirmativamente y dio unas muestras de cómo bailarlo. Fue paja.
Para cuando reaccionamos ya estaba Mierdra tocando, una banda compuesta por Chrstian Marlow y Oscar Reátegui (el compulsivo guitarra de los grindcore Dios Hastío). Para variar aquel pintoresco personaje que había estado bailando con Condor ahora la pegaba de cantante, los Mierdra le siguieron el juego y tocaron mientras él cantaba. El resultado no lo puedo describir tan fácilamente, pero (no sé si por las cervezas) me pareció fascinante. El señor estaba cantando boleros y temas criollos, mientras que Mierdra estaba tocando una suerte de harcorde noise bien duro. Pero el esamblaje fue perfecto. Parecían una banda ensayada. El tipo cantaba además muy bien y Oscar demostraba que es uno de los mejores guitarristas peruanos no descubiertos aún. Pasó por allí el Chapa y dijo “este tío acaba de inventar un género: el criollo no wave”. No sé que era más hilarante o ver al tipo o tomar en serio ese comentario. En fin, a esa hora y con tantas cervezas en realidad todo daba lo mismo, de hecho fácil el Chapa tenía razón.

No voy a hacerla más larga. Lo de Mierdra estuvo bueno. De hecho, cuando lograron liberarse del tipo tocaron un tema grindcore y luego siguieron con un cover de Pavement. Luego subió Norvasc, empezaron mal y terminaron bien. El último tema estuvo muy bueno. Luego siguió Callahan, que estuvo un poco accidentado (el viejo empezó a ponerse espeso) pero aún así se pudieron apreciar las melodías del chino Iván Esquivel.
Hasta que llegó Quematuradio, el proyecto que ahora ha quedado en manos de Alan Poma y Rezo Filinich. Ha cambiado mucho. Ahora suenan más dance. La guitarra ha quedado de lado y andan experimentando con vinilos y cintas. Me gustó bastante pese a lo arty que era. El viejo en ese momento estaba tan borracho que intentaba tocar la guitarra de alan pero demoró dos horas en ponerse el tirante y en mover alguno de sus brazos.

Y luego llegó Liquidarlo y para entonces ya todo empezaba a despoblarse pero la gente habia estado muy contenta. El cierre fue perfecto y creo que para todos resultó una experiencia grata. Luego de eso la noche se prolongó. 4 de la mañana, nos fuimos para otro lugar a seguir celebrando y al final regresé a mi casa como a las 2 de la tarde del día siguiente, tan cansado que creo que dormí unas 14 horas.