Thursday, November 17, 2005

Baile de perros en la ciudad

El perreo también está en la blogósfera. Pueden encontrar un post en el blog No Ficción de Daniel Flores y otro en Qaphqa de Daniel Salas.
El tema resulta bastante oportuno tomando en cuenta que el sábado es la presentación en Lima de los reaguettoneros Trebol Clan, quienes hoy llegaron a Lima y causaron más furor de lo que me había imaginado. En la tele se veía a una multitud de chiquillas y chiquillos (no llegaban a los 14 años) corriendo detrás de sus ídolos, el comentarista comparó el hecho con la visita de Servando y Florentino hace algún tiempo. Todo parece indicar pues que el sábado habrá lleno total en el estadio de San Marcos.
Me entero a través de estos blogs que en la última
Quehacer se han publicado dos artículos al respecto, uno de Víctor Vich titulado "El baile del perreo: una desviación marxista" y otro de Juan Carlos Ubilluz titulado "El perreo: entre la perversión capitalista y el hedonismo posmoderno". Mañana mismo espero tener en mis manos esa revista y comentar al respecto.
Por lo pronto sólo puedo decir que el perreo se ha convertido en Lima en lo que tal vez deba ser el fenómeno popular de baile más importante que ha tenido, creo, en toda su historia. Nunca antes tanta gente se había dejado subyugar por ritmos repetitivos al punto de generar fanatismo, pues no sólo es el baile sino el fanatismo lo que aquí está en juego.
Como decía en otro blog, algo se cuece en todo esto, y cada vez que uno de estos temas suena en en la combi me llena de una especie de placer insano, odio esa repetición y esa carencia de salidas creativas que tiene esta música, odio que se regodee tanto en sus propios clichés pero como me entusiasma sentir que hay un ritmo de baile, con uso de tecnología moderna (cajas de ritmos, algún que otro sonido electrónico) que ha logrado no remitir a más nada que a sí mismo. El perreo tiene su identidad, y hay que aceptarlo. ¿Y cómo eso se ha recepcionado aquí? Pues no me atrevería a dar una tesis pero sí a soltar una idea: el baile es una suerte de válvula social y donde reina el espanto siempre habrá motivo para bailar. Pero cuando se es conciente de ese espanto es cuando el baile puede ser algo más que eso, puede significar, puede movilizar, puede ser más que una moda.