Friday, April 15, 2005

Courtis

No puedes contar 27 naranjas, sino 27 naranjas distintas, en el mundo concreto nada es idéntico. El buen Alan Courtis pasó por Lima y dictó un interesantísimo taller de improvisación, bajo un lema tan lógico como subversivo: “no se puede tocar dos veces una misma nota”. Y tenía razón, es ilusión creer que un sonido puede ser repetido, la experiencia cambia en el tiempo, las condiciones cambian, y una nota musical jamás puede ser interpretada nuevamente del mismo modo. De ahí parten sus ideas sobre el sentido de la improvisación o lo que él llamaba “la música sin memoria”, una suerte de experiencia sonora instalada siempre en el presente, música que siempre está generándose, nuevamente.
Sus presentaciones mostraron a un Courtis sumergido en intensidades más calmas, cercano al ambient pero sin ser ambient, cercano a la psicodelia pero sin ser psicodelia, cercano al industrial pero sin ser industrial, había un poco de todo pero nada específicamente en la música del argentino.
De él sabía por Reynols, tal vez el conjunto musical que ha hecho la mejor música, y de paso la más marciana, salida de Argentina en los últimos 20 años. No por nada en la Wire definieron su música como “Lunatic Ambient”. Sin embargo toda clasificación quedará corta para hablar de Reynols, aunque cada tanto nos recuerde a algo, del mismo modo cada tanto no sabemos que diablos estamos escuchando. Esa virtud se debe al protagonista de esa historia, Miguel Tomasín, un chico con síndrome de down, baterista y cantante de Reynols (junto a Roberto Conlazo completan la banda). Su participación en el conjunto, más allá de cualquier provocación, es sorprendente. Por naturaleza todo lo que provenga de él es free, nadie sabe que hará Tomasín, que curso tomará y ese albur traza el complejo camino de variaciones por donde se mueve la música de Reynols.

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A Courtis le sorprendieron algunos grupos peruanos de los 60s y 70s. Los Holys y El Alamo le causaron buena impresión. Lo mismo que la música de Lambayeque. Andaba buscando excentricidades, discos raros. “No hay algo como música de programas de concursos o efectos de sonido de los sesentas”. Nada, salvo un disco de Hola Yola fue lo que le pude conseguir. También le envíe el link donde está colgado lo de Edgar Valcarcel y César Bolaño, dos grandes músicos electrónicos peruanos olvidados.
La gran compra de Courtis durante su visita a jirón Quilca, ni Juaneco ni Los Destellos, sino un vinilo de La Gringa Inga, un curso de inglés para niños de la recordada animadora del programa de Ferrando.
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Courtis vino para participar del festival Lima Sonidos- Sonidos Comunes, junto al español Xabier Erkizia, quien no pudo quedarse para la fecha de cierre, aunque dejó una gran impresión durante sus presentaciones e improvisaciones junto a Courtis.

La fecha final se realizó el sábado. Fue una experiencia interesante en la medida que la interacción entre los músicos experimentales locales es imprescindible si buscan crear esa ilusión de escena, ya que hasta ahora esta no ha sido más que una suma de individualidades. Y era estimulante ver como compartían escenario integrantes de Quematuradio, P-luza y Space Bee, de Jardín, Rayobac y Colores en espiral, de Liquidarlo Celuloide y Paruro, y Courtis junto a la violinista Pauchi Sasaki.
Si bien no todas las presentaciones fueron del todo óptimas, hubo en muchos casos momentos de verdadera intensidad, algunas de las presentaciones más que notables. Quedó claro que en la improvisación tienes que saber escuchar al otro sino sólo llenas y llenas de sonido sin tener una dirección clara. Es como una forma de democracia musical, nadie dicta el ritmo ni la pauta, es un diálogo entre todos los implicados, un conocimiento del otro que se gesta en el instante, no hay ensayo previo, es saber escuchar al otro en el momento de la acción.

La escena experimental limeña sufre actualmente de un receso y agotamiento. Pero eventos como este sirven para sacudirla y cachetearla, es una buena forma de plantearle desafíos. ¿Qué haces ahora con él? ¿Cómo funcionas haciendo sonido con alguien que se diferencia de lo que haces? Ese era el reto de este evento y en general esa es una buena forma de salirse del embotellamiento, de ese círculo vicioso, de esa individualidad y ombliguismo que a veces no conduce a nada.