Monday, March 27, 2006

Dos versiones del amor


En el célebre “El cuento del lunático” de Woody Allen, se describe como una relación amorosa aparentemente perfecta se ve de pronto ennegrecida, reducida y destruida. El protagonista, un tipo neurótico/obsesivo (un personaje típico del mundo fílmico/autoexpositivo de Woody Allen) busca frenéticamente a la chica ideal, la mujer que irá a compartir con él el resto de sus días. Una especie de musa. Tal aventura no es fácil, y en pro de conseguir su objetivo se involucra con todas las mujeres posibles, pues en definitiva lo suyo es una búsqueda minuciosa. Sufre decepciones, pero así perfila de a pocos su modelo ideal. Finalmente, luego de un arduo trabajo, aquella mujer soñada aparece. Es la chica que lo entiende, la que tenía en su sueños, la chica perfecta, física e intelectualmente. Todo lo que él buscaba. La felicidad había llegado.
Pero el destino siempre es impredecible. El tipo sufre un accidente que lo obliga a internarse en un hospital. Y allí es que se vuelve loco, un lunático. Nuestro protagonista para sorpresa de todos termina enamorándose de la enfermera, dejando de lado a la chica ideal, a la chica que tenía todos los requisitos que él buscaba. El amor es así, se dice. Es por eso que la gente por la calle lo llama “el lunático”, y él lo asume, mientras “camina con una camisa acribillada por las polillas”, ignorante de lo que suceda, poseído por el verdadero amor.

En la estupenda novela Un amor perdurable del escritor inglés Ian McEwan, Parry es un loco, se ha enamorado perdidamente de un hombre casado a quien acosa enviándole cartas que ponen en evidencia un conocimiento obsesivo de su vida. Parry sufre de una enfermedad mental que se conoce como síndrome de Clearembouldt, por la cual asume que entre él y el hombre casado ha existido una relación previa, y por la que tiene derecho a reclamar. Dicha relación realmente no ha existido, es simplemente un shock mental pero Parry cree ciegamente que este hombre casado le corresponde, y que todos su movimientos no son más que señuelos, formas secretas para decirle que sí lo ama. Parry ha construido un universo donde este hombre está loco por él.
Parry es internado y desde el hospital psiquiátrico sigue enviándole cartas a este hombre, cartas que por supuesto nunca le llegarán. Los médicos indican que aquella conducta no depende de ellos, aquello parece que no tiene cura. Parry se ha vuelto completamente loco, el amor está en él, se trata de un amor perdurable.