Monday, June 13, 2005

Mis discos de la semana

Rendezvous


A Dean Wareham hay que construirle un altar porque gracias a él, el mundo es menos horrendo. Finalmente pude escuchar Rendezvous, su último disco con su banda Luna y me ha emocionado bastante, en realidad que gran disco, que digo, que maravilla de disco, pero como dicen todos y yo también repetiré, ya nos tiene acostumbrados. Al escucharlo he sentido un aire fresco sacudirme como si la primavera entrara por mi ventana en un momento inesperado. No se puede ser el mismo durante el día luego de escuchar una canción como “Malibu Love Nest”. Después de eso todo debería de salirte bien. Es una canción preciosa, creo que de las mejores que ha compuesto, de las mejores que le he escuchado.


Sarum Hill Noise Collective

No tengo mayores referencias del año de edición de este ep de dos temas, aunque al parecer se trata de una grabación perdida de los 80s. Sarum Hill Noise Collective es lo más interesante que he escuchado últimamente si de ruidos se trata. Golpes anárquicos sobre metales de diversos timbres y tamaños, pitillos electrónicos, y gritos malsanos (un poco en la línea de los Swans). SHNC tiene más de improvisación, y por lo tanto más que el resultado lo que importa es la experiencia del caos, la dinámica anárquica, la situación antes que la pieza terminada. Suman elementos pero siempre evitando llenar todos los espacios, pues aunque parezca paradójico el silencio es fundamental en el discurso de Sarum Hill, es importante para escucharse y para hacer sentir el ruido en toda su dimensión. Porque la caída de un alfiler también puede provocarte pánico, también puede ser reflejo del caos.


I Am a Bird Now



Primera vez que escucho al neoyorquino Antony & The Johnsons. Su reciente I Am a Bird Now me ha dejado una grata impresión. Es una suerte de pop manierista (su voz puede resultar escandaloza para algunos), pop para divas de Hollywood cantado por un individuo que no esconde que las toma como referencia, como sus diosas. En sus líneas hay ambigüedad y búsqueda de amor, renuncia y proclama de libertad, a veces cae en el melodrama pero hay algo que lo trasciende, y es la forma como su autor compone y mira su propia tradición, en líneas generales se puede decir que la mira con nostalgia, como si quisiera estirar ese tiempo de divas y música de enamorados (hay una filiación apasionada con el soul, la música de cabaret y el blues) hacia las coordenadas donde actualmente se encuentra, y desde allí todo se ve distinto, distante y artificioso, pero no por ello menos especial. Es lo que le llaman sensibilidad camp o para efectos estética de la nostalgia. Y en Antony & The Johnsons esta nostalgia brilla como escarcha sobre la cara y se convierte en canción. Mi favorita: “My Lady Story”. La portada del disco vale por mil palabras. Por si fuera poco, tiene como invitados a Devendra Banhart, Lou Reed, Boy Beorge y Rufus Wainright.


Delirios Krónikos



Inquietante banda peruana de los años 80s. Pasado el tiempo suenan más actuales aún. Su reciente inclusión en el tributo a los españoles Aerolíneas Federales deja en claro su parentezco con el pop ibérico de los 80s pero también advierte que, como con la banda de Miguel Costas, lo importante en los Delirios es el juego, la irreverencia. Ciertamente están enmarcados en las filas del discurso punk reinante en la emergente movida subte local de aquel entonces, una movida que también dio a conocer a bandas como Narcosis, Leuzemia, Guerrilla Urbana y Autopsia, de ahí que el imaginario de los DK se nutra de denuncia social pero hay que ver como lo hacen. Canciones como “Danza Ondulante” sintetizan ese desencanto y encapsulamiento de una generación que se sumerge inevitablemente buscando sus propias respuestas, sus propias salidas. Quizá la cancion más emblemática de la movida subterránea, aunque ciertamente no la más difundida, quizá porque sus códigos sonoros poco tengan que ver con el punk y más bien con la canción pop en su ascepción más sublime, una verdadera joyita a la que su vocalista Lily sabe sacarle ese brillo que el pop local actual pocas veces alcanza. “Coca Cola es así” es quizá mi favorita. Si uno la escucha bien encuentra allí un ejemplo de lo que luego los grupos de indie rock nos han enseñado hasta el hartazgo. Pero estamos en el 85, y ese sonido efervescente y refrescante de guitarras de los DK no puede evitar traducir las inseguridades de su tiempo, escuchen con que convicción gritan: ¡muerte prematura, genocidio de un pueblo, miseria general! De lo mejor que nos dejó nuestra movida subte.