Tras una inolvidable jornada el sábado pasado, me viene a la mente pensar en el desprestigio como virtud para hacer música interesante. Recuerdo hace un tiempo que el díscolo Jaime Bayly decía que era rico vivir del desprestigio, pues cuando nadie te toma en serio puedes hacer lo que te venga en gana, no te debes a nadie, eres sólo un individuo viviendo de la manera más burda sus vicios y obsesiones. En pocas palabras, la trascendencia es una meta que no le importaba. Siempre pensé en eso, Jaime Bayly no es un escritor respetado por los de su generación, tanto Iván Thays, como Fuguet y Paz Soldán lo detestan, hablan pestes de su obra. Y está bien, a Jaime parece que eso le agrada, igual vende más que ellos, vive del escándalo, de su pasado oscuro, de escribir mal pero escribir sobre lo que les gusta a todos, la banalidad, la superficialidad, etc.
Curiosamente recuerdo también en una entrevista que Iván Thays señaló que como escritor, no vivía de vender libros sino que vivía de su prestigio. Eso le ha valido conseguir trabajo, y dedicarse a lo que le gusta e incluso firmar en los aeropuertos como Ivan Thays, escritor.
Y está bien, Thays no escribe mal, es lo mejor que sabe hacer, estilísticamente hablando.
Siempre pensé también en eso de vivir del buen prestigio, tal vez por eso es que digo todo esto ahora. Porque de alguna manera, Thays se debe a un público, a uno que él mismo se ha creado, a uno que le exige ser cuidadoso, ser europeo y elegante.
Valoro más en ese sentido la actitud de Bayly, de no guardar las buenas formas, aunque igual no me interese nunca volver a coger uno de sus libros, pero pienso que es bueno partir del desprestigio. Pienso que un músico, que por ejemplo, no sabe tocar absolutamente nada puede subir al escenario y hacer algo interesante. En realidad, me afana la idea de pensar en eso (curiosamente en otro blog también están hablando de eso), que se suba al escenario ese que no sabe tocar y que haga cualquier cosa. ¿Cómo lo vamos a juzgar? ¿Vamos a decir que simplemente es malo? No esperamos nada de él pero si hace algo interesante vaya que diremos que es un genio.
Últimamente el buen prestigio me aburre, ser un buen músico, la sofisticación, la perfección, la buena prosa, los buenos arreglos, hace falta un poco de descontrol últimamente. El buen prestigio está bien si partes de la idea de que no lo tienes cuando quieres hacer algo. Uno siempre debería partir de cero. Eso tiene más futuro.
Wednesday, October 06, 2004
Sobre las bondades del desprestigio
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