La llegada de Yma Sumac al Perú ha tenido una acogida discreta. Ha venido a recibir muchas condecoraciones. Nunca es tarde, aunque ciertamente ha tenido que esperar muchos, pero muchos años para que aquí se la reconozca y aún es incompleto, el mejor reconocimiento está en difundir su obra, en hacer una edición nacional de toda su discografía, en permitir que llegue al público. Yma Sumac es uno de esos casos excepcionales, una de las voces más fascinantes de la música del siglo XX, con un registro de voz tan amplio que según dicen los especialistas podía ocupar todos los papeles de una ópera. Es mundialmente reconocida y admirada, incluso entre público muy joven debido a que a su talento vocal se la unía una audacia totalmente visionaria de fusionar diversos estilos musicales, que podían ir del folklore, al jazz e incluso al rock.
Yma Sumak es sin embargo una ilustre desconocida en el Perú. No es algo que me sorprenda. El Perú tiene una capacidad desbordante para desaparecer a sus artistas, para borrarlos por completo de la historia.
En el caso de la música la cosa es más alarmante, porque si te interesa la literatura tienes el beneficio de la Biblioteca Nacional o la biblioteca de la universidad, o bibliotecas públicas. Pero en el caso de la música no existe lo que podríamos llamar una documentación accesible y esa es la principal razón para que un artista desaparezca: que no puedas conseguir su obra, y aquí con los músicos eso ocurre todo el tiempo. Pasa con Yma Sumac incluso, no es tan fácil conseguir un disco de ella, y siendo la clase de artista que es, hay que rebuscar bastante para llegar. O sea bien, existe información sobre música folklórica, toneladas de libros, ediciones de discos muy buenas del instituto Riva Agüero, pero qué pasa con todo el otro espectro, qué pasa con el jazz, con la música académica de vanguardia, incluso con el rock de los años 60s y 70s, con los subtes de los 80s, con los electrónicos y experimentales de los 90s y post 2000.
El punto es que más allá de las condiciones de tiraje de cada quien, más allá del trabajo que realice cualquier disquera independiente, lo que falta es una especie de espacio que permita que la música producida por peruanos pueda ser accesible a todos. Pienso que eso podría y debería ocurrir con la Biblioteca Nacional y el Conservatorio (su nombre debería hacer más justicia), sus discotecas deberían promover a que todo artista joven deje allí una copia de sus discos, así se trate de un tiraje de dos copias, sea el estilo que sea, una debería estar en estas discotecas con el fin de que sea un documento a preservarse. ¿Se imaginan con la novísima Biblioteca Nacional la cantidad de gente que podría entrar a la sala de audiovisuales, ver la lista de discos disponibles para oír y encontrar que allí están todas las maquetas de los 80s, los discos de los electrónicos, en fin, encontrar allí toda esa música que no vas a encontrar tan fácilmente en Lima?
No sé si esta idea haga que las cosas cambien, pero al menos en el futuro habrá algo de qué comentar y lo que es mejor, un documento, una prueba, algo que sea indeleble. Nos gusta la música y está bueno, pero vamos, también debería gustarnos un poco la historia.
Monday, May 08, 2006
Una historia de desaparecidos
Subscribe to:
Comment Feed (RSS)
|