Wednesday, November 28, 2007

Buuuuuuuuu (Parte 2): Levitación del cuerpo humano


El tema de la levitación es el que más atrae a los ilusionistas, de ahí que el fraude en este tipo de prácticas sea más que probable. El mismo Tocquet, más adelante, explica las mil y un formas que hay de trucaje no sólo para la levitación sino para un sin fin de prácticas que se hacen pasar por paranormales (leyendo descubro que hay gente entrenada para detectar fraudes, especialistas en señalar prestidigitadores, pero hecha la ley hecha la trampa: para tener autoridad en esto de identificar un fraude es porque se sabe bien como identificar un caso real).
Existen dos tipos de levitación: la vinculada con los santos y la vinculada con los mediums. La levitación de los santos tendría como referencias la ascensión de Cristo y la asunción de la Vírgen María. No cualquier santo puede levitar, sólo aquellos en verdadero estado de gracia, por así decirlo, aquellos que son llamados Místicos o sea “aquellos que consiguen un encuentro íntimo con dios”. Bueno esos son los que consiguen estados de levitación o vuelos extáticos (o “éxtasis corporales”). Tocquet comenta muchos casos célebres, entre ellos la del Místico español San Juan de la Cruz y la de Teresa de Ávila: “Cuando San Juan de la Cruz le hablaba de la Trinidad, él se elevó en el aire, y, junto con él, su asiento. Inmediatamente, Santa Teresa, que estaba arrodillada, viose también elevada del suelo”. Otro caso fascinante es el del jesuita Francisco Suárez, relatado por Jerónimo de Silva, quien siendo un joven monje ingresó al gabinete donde se encontraba el padre Francisco y lo contempló en estado de levitación. Totalmente fuera de sí, Jerónimo se retiró del lugar, se detuvo, rezó tres credos, cuando en eso fue descubierto por el padre Francisco. Jerónimo relata: “Cuando el padre oyó que había entrado yo en el gabinete, me cogió por el brazo, me hizo entrar en la segunda estancia y, juntando las manos y con los ojos llenos de lágrimas, me rogó que no contara nada de lo que había visto, por lo menos mientras él viviera”.
Los casos abundan y muchos están asociados también a experiencias epifánicas religiosas, como el del duque Juan Federico Brunswick, quien al contemplar a José de Copertino levitar por cerca de cinco minutos a una altura de 25 o 30 centímetros, se convirtió, con uno de sus chambelanes (ambos luteranos), a la religión católica. (al final de esta sección Tocquet afirma que en la actualidad existen conventos en los que se han registrado casos de levitacion, sin embargo el mismo autor señala no tener autorización para divulgar dicha información).


El caso de levitación de Mediums es un poco la que más o menos todos tenemos en la cabeza, recuerdo tal vez de alguna película o un espectáculo de ilusionismo. Dunglas Home es el medium que cuenta con los casos más célebres de levitación. Tocquet cita el testimonio de Home, extraído de su libro Revelaciones acerca de mi vida sobrenatural, sobre estas practicas de elevación: “Por lo general me veo llevado perpendicularmente, con los brazos rígidos y levantados por encima de mi cabeza...cuando llego al techo, los pies se me ponen al mismo nivel que la cabeza, y, así me encuentro en una posición de reposo. Con mucha frecuencia he permanecido en esta posición durante 4 o 5 minutos...en algunas ocasiones, se relaja la rigidez de mi brazo, y entonces consigo escribir en el techo, con un lápiz, letras y signos. Estas señales hechas con lápiz pueden verse aún, en su mayor parte, en Londres”.
No hay mayor explicación de cómo así se generan estos casos de levitación pero se entiende que si un medium puede realizar actos de telecinesia (mover objetos sin tocarlos) entonces también sería lógico que pueda levitar. Tocquet se encarga más bien de relatarnos una serie de casos documentados y con testigos de estos hechos paranormales. Home esboza una explicación algo vaga: “cuando se producen estas elevaciones o levitaciones, yo no experimento nada especial, excepción hecha de esa habitual sensación, cuya causa atribuyo a la acumulación de electricidad en mis pies”.


Capítulo 3

Psicocinesia

Thursday, November 22, 2007

¿Cuál es nuestra cultura?


Alguna vez le dijeron a Marcel Duchamp: “no señor, esto no es arte” y él respondió con la genialidad de siempre: “ah sí tu dices? y que pasaría si lo fuera?”
Algunos deben haber oído hablar de un libro llamado Cultura del Apocalipsis, recién he podido acceder a él gracias a mi buen amigo Juan Diego, poseedor de una tenebrosa y suculenta biblioteca que le hace mucho honor a la música que hace. Finalmente y tras muchas negociaciones pude sacar de su biblioteca el voluminoso Culturas del Apocalipsis, una compilación de Adam Parfrey. El libro recoge una serie de textos de divulgación, ensayos, manifiestos y demás documentos sobre individuos que “han tenido la audacia de considerarse a sí mismos su propia mejor autoridad, repudiando o ignorando las fábricas de ortodoxias de la Iglesia, la Universidad o el Estado”. Pasan por sus páginas artistas extremos, locos, sectas, homicidas, y demás diletantes, que vendrían a ser representativos de una contra cultura o de una cultura apocalítica que es presentada, en líneas generales, para provocar hasta el delirio en un intento de señalarla al mismo tiempo como punto culminante y (si todo sale bien)como un nuevo grado cero en la cultura. Una suerte de malditismo dadaísta, muy atractivo por cierto y con mucho estilo.
Un ensayo publicado en este libro ha llamado poderosamente mi atención, es el títulado “Arte en la oscuridad” escrito por Tomas McEvilley y que da cuenta de las prácticas artistícas más extremas del arte de la performance, las que tienen que ver con gente como Chris Burden o los accionistas vieneses, es decir gente que no tiene ningún problema en atentar contra su vida.

Nunca he creído que necesariamente lo extremo vuelva una práctica artística más audaz, al menos no ahora, al menos no en el sentido de partir del objeto estético (en este caso el cuerpo) antes que de la idea para legitimarse. Creo que en eso radica la genialidad de ese “y que pasaría si lo fuera” duchampiano, ya que cuando él da esa respuesta nos ubica en el terreno de la necesidad y nos hace preguntarnos: ¿qué condiciones hacen que esto sea ahora el arte? Esa es un poco la gracia del dadaísmo, antes que una práctica artística era una conducta y como tal representativa de una Europa en crisis ante la carnicería de la guerra que había sido la consecuencia última de un pensamiento que, valga la redundancia, la había conducido a esa guerra. El dadá se rebelaba no ante una forma de arte, sino ante una forma de pensamiento y si la sociedad había llegado a un punto de crisis entonces el arte también tenía que sumergirse en esa crisis. Lo importante, me parece por ejemplo, no es que dadá hacía collage sino lo que el collage representaba: un rechazo a cualquier jerarquía de valores que los mostraba atentos al accidente, al encuentro, al hallazgo, que hacían posible el surgimiento de dichas técnicas: collage, fotomontaje, etc.
Hace poco leía atónito sobre una performance extrema de John Duncan, llamada “Blind Date” que fue realizada en 1980. En ella Duncan mantiene relaciones sexuales con un cadáver, con una muerta, llegando a tener una eyaculación. Seguidamente Duncan se realiza una vasectomía. Y en eso consiste la obra.
Estuve toda la noche pensando en eso y en el posible mensaje detrás de la obra, al menos del que puedo percibir en líneas generales y que tiene que ver con la idea de la inutilidad del arte o del acto creativo o la simple creación como situación de frustración que es llevada al límite y de la posibilidad de un futuro que es anulado. Nada más perturbador que eyacular (dejar tu última simiente) en un cadáver, más allá de la necrofilia lo que está en juego es la expectativa de un futuro. Personalmente la necrofilia me parece lo menos importante (en tanto es sólo un medio para decir) de la obra y sin embargo es lo que la hace ser, lo que hace a esta performance tan polémica y lo que hace que uno se haga allí la pregunta clave: ¿qué hace que esto sea ahora el arte?

Volviendo al ensayo de Thomas McEvilley es muy interesante porque analiza el vínculo entre el accionismo más radical (los accionistas vieneses, Burden, Stelarc, etc) y las prácticas chamánicas. La autolesión y la automutilación son los rasgos más distintivos de estos artistas de la performance, rasgos que también son típicos de las actuaciones chamánicas y de ritos de iniciación primitivos: “los chamanes siberianos se cortaban mientras estaban sumidos en estados de éxtasis provocados por drogas, alcohol, tambores y baile. Los chamanes tibetanos supuestamente pueden hendir sus vientres y exhibir sus entrañas”
En suma la trasposición de estas prácticas chamánicas al mundo del arte hace que a la luz de un paradigma distinto estas sean vistas como prácticas extremas, cuando en realidad proceden de un tipo de conducta más bien rituálica en donde el esquema moral es otro. No me quiero meter en terreno espinoso, usar la palabra moral es problemático siempre, pero creo que puede ilustrar la idea de recontextualizar una práctica y darle un nuevo valor que por el nuevo contexto puede resultar violenta.
Cito extensamente a McEvilley:

“En sociedades donde la profesión chamánica permanece intacta, los chamanes han sido quizás las figuras culturales mejor definidas y más poderosas de la historia. Los poetas, mitógrafos, artistas visuales, músicos, médicos, psicoterapeutas, científicos, hechiceros, enterradores, psicopompos y sacerdotes de sus grupos tribales, han sido sistemas culturales de una sola persona. También han sido figuras de poder independientes, incontrolables y excéntricas, cuyas carreras a menudo se han originado en episodios psicóticos, lo que los antropólogos llaman la “vocación de enfermedad”. Como consecuencia, cuando las sociedades incrementan sus exigencias de orden interno, el viejo papel chamánico, con su inasimilable combinación de poder y libertad, se desmenuza en profesiones especializadas más manejables; en nuestra sociedad, el médico, el poeta, el artista, y otros, han heredado cada uno de ellos una pizca del manto original del chamán. A partir del periodo romántico se hizo un intento de reconstruir algo parecido a la plenitud del papel chamánico en el reino del arte; los poetas fueron especialmente aptos para atribuir poderes tanto de curación como de trascendencia a la experiencia artística. Este proyecto ha sido representado durante los últimos veinte años por aquellos artistas cuya obra toma sus materiales de la historia más antigua de la religión”.

Detrás de las prácticas de muchos accionistas de performance radical hay una pulsión tanática, una voluntad curativa y una suerte de voto religioso también (que es lo que conduce la voluntad hacia cualquier tipo de práctica por un encuentro con lo sagrado). No resulta muy sorprendente que estas acciones radicales empezaran a realizarse cercanas a la época en la que también Jimi Hendrix incendiaba su guitarra en vivo y se me ocurre pensar en Hendrix porque es en el universo del rock (o de la música pop) donde estas prácticas chamánicas también han tenido una gran influencia.

Pero lo que me interesaba subrayar desde el comienzo es la respuesta duchampiana de “¿y que pasaría si lo fuera? que nos hace preguntarnos ¿que condiciones hacen que esto sea ahora el arte? porque creo sentir una preocupación general (saludable) entre mucha gente de mi generación por ir a la caza de lo nuevo, pero creo que muchas veces esa caza está fijada más en el objeto que en las condiciones: se espera que el objeto cree las condiciones, cuando es al revés: son justamente las condiciones las que crean el objeto estético y son por esas condiciones por las que debemos preocuparnos y preguntarnos (cada uno, es un asunto personal), porque son las que nos hace ser lo que somos. No se trata de fatalidad, no hay palabra más horrenda, la fatalidad es perder el interés por la preocupación en el futuro y el presente, es la reducción a un estado mecánico de la vida. Y yo estoy pensando en todo lo contrario: en una conciencia de las condiciones que haga que sepamos darle nombre a eso que tenemos al frente y que no vemos aún del todo claro, un entusiasmo por reconocer eso que se ha gestado y no por rellenar con algo que no existe un nombre que también es falso. Por eso ponía el ejemplo del arte extremo, que no es una cosa cool. La necrofilia no basta, la necrofilia no hace al arte. Es el arte la que de pronto la necesita o si quieren para abrir mas la cosa, es el discurso la que de pronto la necesita, es finalmente el sentido de las cosas lo que importa, no los objetos ni las apariencias que siempre serán circunstanciales, arbitrarios y por lo mismo con todo derecho fugaces. Como diría Bolaños no puede existir una media sino existe primero un pie y ese pie es justamente el quid.

Monday, November 19, 2007

Buuuuuuu: fin de semana leyendo Mediums y Fantasmas (1)




Confieso que no tengo mayores noticias de Robert Tocquet, no sé si sea alguien con credibilidad y con algún tipo de aceptación (o atención) en la comunidad científica (tengo la impresión de que no) sin embargo no voy a negar que leer su libro Mediums y Fantasmas: mesas giratorias, levitaciones, casas encantadas y fantasmas ha sido una de las experiencias más gratas que he tenido en lo que va del año. Más por su asombrosa cantidad de datos alucinantes que por otra cosa.

Tenía el libro en casa desde hace muchos años, de la época en que mi casa era punto de encuentro de un montón de gente extraña (al menos en ese momento) que se juntaban para hablar sobre religiones, ciencias ocultas, y de paso leerse el tarot. Eran muy divertidos, yo era apenas un niño entonces pero merodeaba por ahí atraído por esos libros de tapa dura y simbologías raras, libros de Hermes Trimegisto, Fulcanelli, Eliphas Levi, Annie Besant, Roso de Luna, Blavatsky, el Kybalion, el I Ching y un largo etc, comprados todos en la avenida Grau o Quilca, desfilaban por ahí. Yo no entendía nada pero me gustaba escucharlos hablar: “no toques ese libro, está cargado” y cosas así. Se tomaban todo muy en serio y como no, yo fui aprendiendo un poco de eso. Y bueno, el grupo se disolvió, los libros empezaron a irse, algunos quedaron, algunas curiosidades nunca se me quitaron, y así yo me fui comprando también otros libros similares o los mismos. De los que quedaron estaba este Mediums y Fantasmas que finalmente leí hace unos días de manera casi obsesiva ante lo fascinante del tema.

Debo agregar que mi interés inicial era terminar de leer un libro sobre Historia del Ocultismo que había dejado inconcluso hace muchos años pero terminé topándome sorpresivamente con Tocquet. Este interés había despertado por el descubrimiento de quien se está convirtiendo en otra obsesión personal: Juan Eduardo Cirlot. De él por el momento sólo puedo decir que junto con Luis Cernuda debe ser de los más grandes poetas españoles del siglo XX. Un obsesionado con el ocultismo, admirador de Lovecraft, del arte de vanguardia (sobre todo del surrealismo), coleccionista de espadas medievales, compositor, etc. Si siguen la saga dedicada a su hechizada musa Bronwyn pueden encontrar algunos experimentos de poesía visual/permutacional/fonética, que en realidad están más cercanos a cosas como la tradición de la cábala pero que uno los lee perfectamente como poesía de vanguardia, en un encuentro fascinante entre el pasado y el futuro. En fin, todo un mundo por descubrir.

Pero volvamos a Mediums y Fantasmas. Se trata de uno de estos libros dedicados a las ciencias ocultas que la editorial Plaza & Janes publicaba en los 70s y que se pueden identificar porque todos tienen ese célebre epígrafe de Paul Eluard que dice: “Hay otros mundos, pero están en este” como para no dejar de pensar en el vínculo que siempre existió entre el surrealismo y el esoterismo, tema que a Cirlot, por cierto, le interesaba mucho.
Bueno el libro está lleno de datos realmente alucinantes. Brevemente haré un resumen de cada capítulo a fin de que se puedan hacer una idea de en que onda va.


Capítulo 1

Movimientos de objetos sin contacto o Telecinesia:




Luego de hacer una breve introducción sobre las motivaciones de la publicación del libro y de hablar a grandes rasgos de otros investigadores que se han dedicado al tema así como de informarnos de la existencia del Instituto Metapíquico Internacional (IMI), dedicado rigurosamente a documentar y estudiar todo tipo de experiencias paranormales, el libro finalmente se abre con un capítulo dedicado de la Telecinesia. En este capítulo se nos habla de muchos famosos mediums que podían mover cosas sin tener que tocarlas. Hay que recordar que el medium es, según la doctrina espiritista, “esa persona dotada de poderes paranormales, que le permiten comunicarse con el más allá, o sea, recibir los mensajes de los espíritus”. Los dos más famosos mediums son Daniel Dunglas Home y la entrañable Eusapia Paladino, quien terminó casada con un charlatán que viviendo de la fama de su esposa terminó haciendo demostraciones falsas de telecinecia. Por su parte Dunglas Home escribió un libro espléndidamente titulado Revelaciones acerca de mi vida sobrenatural (si alguien tiene una copia de ese libro le rogaría me escriba) donde se narra algunas de las experiencias que Tocquet cuenta. Dunglas hacía sonar instrumentos, hacía girar mesas y en general movía cosas, luego de lo cual quedaba profundamente exhausto y con un ligero trastorno. Se le hizo algunas pruebas para tratar de explicar el porqué de estos movimientos (documentados y con testigos) y se terminó por especular que la energía psíquica utilizaría algún tipo de conductor para poder manifestarse así como también se especuló sobre “la existencia de una fuerza asociada, de una manera no explicada aún, al organismo humano, fuerza que permite añadir a cuerpos sólidos un aumento de peso, sin contacto efectivo”. Esto explicaría pues el porqué del movimiento de los objetos, ya que ese aumento de peso recaía en una parte del objeto en cuestión. Mención aparte para la sección de este capítulo dedicada a los Raps que son todos esos ruidos insólitos que se presentan cada vez que se realizan experiencias de telecinesia y que bien atendidos, en determinados intervalos de tiempo, tienen una secuencia que sustituyendo las letras (de acuerdo a su ubicación en el alfabeto) por el minuto en que se producen dichos raps, generan una palabra, por lo general un nombre, que bueno, la verdad no quisiera estar allí presente si se tratara del tuyo (o del mío).

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Capítulo 2

Levitación del cuerpo humano